Un día este hombre maldiciendo su suerte invocó a la oscuridad ,y él dijo:
- Yo seria capaz de dar mi alma a Satanás si el pudiese hacer que yo sea el vendedor más famoso, más rico.
Y en ese momento tenia en sus manos cinco piedras comunes de la calle que él había recogido con furia, las quería tirar a fin de desahogarse. Entonces al terminar su comentario, al instante Satanás se hizo presente y abordando el tema, presentase con papel y lápiz, diciéndole muy sonriente:
- De seguro, de seguro acepto su propuesta, por favor firme usted por aquí.
Y el hombre ambicioso y apresurado firmó.
Acto seguido aquel hombre se vio en una gran ciudad, irradiaba de fama y fortuna, y a su vez vendiendo la primera piedra, la cual la vendía a un millón. Pero tal fue su ambición, que se vio al segundo día vendiendo la segunda piedra en una gran reunión presentado como el vendedor más famoso, y en el segundo día, vendió la segunda piedra, por dos millones.
Al tercer día, estaba feliz por su venta pero a su vez quiera ganar más, y se encontró a si mismo frente a gobernantes. Y al tercer día ofertó la tercera piedra y diez millones obtuvo.
Tan era su algarabía que decidió vender la cuarta piedra por cuarenta millones, entonces se vio frente a banqueros e inversionistas, y no tuvo mejor opción y desilusión que vender la cuarta piedra y no le dieron por ella cuarenta millones, sino cincuenta millones.
Hallabasé embelesado regocijándose de su fortuna y de lo magnético que se había vuelto y convertido. Luego vio que solo le quedaba una piedra más, y una piedra más era todo, era el final, él ya había tenido lo que quería y luego vendría Satanás y se lo llevaría; entonces decidió contenerse y no vender la última piedra que le quedaba. Pero una llamada como fortuita le ofreció cien millones por la piedra, y lo izó trastabillar y él mismo se decía: No lo haré.
Más entonces sucedió que al tratar de seguir conteniéndose, él mismo se vio como frente a una gran sala de apuestas y unos le decían, cien millones, doscientos millones, trescientos millones. Finalmente no pudo contenerse y vendió la última piedra a quinientos millones.
Acto seguido se presentó Satanás, reclamándolo como su entera posesión, él ya no era dueño de si mismo, entonces aquél vendedor quiso hacer una pregunta a Satanás y le dijo:
- Hoy se ha cumplido el contrato, hoy te llevarás lo acordado, yo traté de contenerme y de nunca vender la última piedra, pero no lo pude hacer; dime, ¿Quiénes eran éstos que pagaron tanto dinero por unas simples piedras?
Y Satanás entonces le dijo:
- Aquellos son mis hijos :mis ángeles caídos. El dinero y la riqueza para ellos es como todo para los espíritus, no es más que polvo.
Y el hombre entonces replicó:
- ¿Por polvo he vendido mi alma?
A lo que Satanás contestó:
- Bastaron solo cinco días y una inmensa ambición para que se halla cumplido el contrato, y ciertamente tú lo has dicho: "Por dos puñados de polvo y un poco más perdiste tu alma".
Visitanos en:
En los Blogs:
http://arteparaelalma.blog.terra.com.mx
http://pensamientos-espirituales.blogspot.com
http://espejos-de-el-alma.blogspot.com
e-mail:
No comments:
Post a Comment