El palacio anunció que la Princesa tenía edad para casarse, más sólo se casaría con aquel que le diese el regalo más valioso .La princesa era muy hermosa y la princesa era muy bella, no había ni siquiera una estrella que brillase más que ella.
Y vinieron, reyes, príncipes, gobernantes, todos muy poderosos. Ellos la contemplaban, la admiraban, enamorándose de ella con pasión y locura. Y pusieron delante de ella, cofres lleno de tesoros, y en un patio muy grande se podía ver como estos resplandecían. Estos cofres eran realmente maravillosos, extraordinarios, lleno de aquello que casi uno no se puede imaginar , diamantes , rubíes, coronas, monedas de oro producidos por extraordinarios orfebres.
Y sucedió pues, que el hijo de un orfebre se enamoró de la princesa, y su padre le dijo:
- Hijo, no te hagas ilusiones, ella no es para ti. Todo lo que pasa por tus manos, no es tuyo. Solamente te lo han encomendado. Tú eres pobre y tienes un salario, ¿qué podrías darle? Así, que no vuelvas ni a mirarla, por tu bien te lo digo. No tenemos riqueza, no somos ni seremos dignos de tanta belleza.
Y entonces, aquel joven lloró. Lloró y lloró.
Pero bueno, siguió el palacio alegre, grandes banquetes, grandes señores, y fueron abriendo los cofres. Y la Princesa era bella y la princesa era hermosa, y aunque sonreía algo triste se la veía, pues en su corazón sentía que ella era vendida al mejor postor, al regalo más caro.Aquellos que daban estos tesoros eran hombres bastante ancianos, otros tenían esposas, pues de esa misma manera habían comprado a muchas princesas con el poder de su fortuna.
Llegó pues el momento de abrir el último cofre, y fue traído delante del Rey, la Reina y la Princesa, aquel era un cofre muy pequeño, pero de verdad muy pequeño, era tan pequeño como el tamaño de una moneda. Era sencillo pero tenía mucho brillo y se veía resplandeciente.
Entonces el Rey dijo:
- Esto es una broma, mejor dejémosle a un lado.
- Esto es una broma, mejor dejémosle a un lado.
Pero la Princesa bella tenia curiosidad y en su corazón decía:” yo no sé que será, pero quizás algo bueno será”. Así que le pidió a su padre que por favor abriese ese cofre. Y así en son de broma, el Rey y la Reina, abrieron el cofre y encontraron un pequeño pergamino que decía:
“Yo sé que con lo que hago, expongo mi vida. Pero, ¿qué sería de mi vida? si yo no le digo a la princesa bella, que aunque yo no soy digno para ella, la amo más que la noche a las estrellas. Y aquí dejo mi único presente, yo que nada tengo, yo que poco soy, tengo sólo el valor del sentimiento y aquí lo enseño y aquí lo doy. Aunque para muchos no tenga valor, pero para mi significa el Amor a la princesa más bella."
Y al final del pequeño manuscrito había una especie de pequeñita botella y en ella había una lágrima. Y ésta era la ofrenda del humilde orfebre que se había atrevido a enamorar a la princesa más bella.
Y entonces, el Rey al haber leído esto se sintió ofendido. Hizo llamar a poner delante de él, al que osadamente se atrevió a enviar esta nota y aquella lágrima insignificante. Y así se hizo, se trajo a aquel joven y fueron rotas sus ropas. Y el Rey, le dijo:
- ¿Acaso tú tienes fortuna?, ¿acaso tú tienes poder? Ni la ropa que llevas, ni la comida que comes en verdad te pertenecen. ¡Cómo te atreviste! Hoy por tu insolencia vas a perder la vida.
Y estando presente el Padre del orfebre, le dijo a su hijo:
- Hijo, ¿qué has hecho? Hijo Amado, hoy te has entregado en manos de la muerte.
Y entonces, su padre se arrodilló delante del Rey y pidió clemencia. Y dijo:
- Perdón, perdón mi Rey, yo seguro le he enseñado mal y por más que le advertí, él no me hizo caso. Perdón, perdón, mi Rey, pero el que debe de morir soy yo .Desterrad a mi hijo del palacio, Desterradlo también de la ciudad, más perdonadle la vida, yo a cambio te doy la mía.
Y el Rey dijo:
- Tomaré la de los dos por su tan atrevida insolencia. Ustedes no merecen estar delante de mi ni de mis poderosos invitados.
Entonces, el hijo del orfebre, se atrevió a decir unas palabras:
- Perdón, mi Rey pero mi padre es un anciano y yo falté porque no le hice caso a él , es mi vida y la de nadie más la que se echó a perder. Y esa nota, la escribí con mi sangre y esa lágrima es una de las muchas que derramé por no poder ofrecer ningún presente mejor. Por favor, deje libre a mi Padre. Yo merezco la muerte. Yo ya viví seguro todo lo que tenía que vivir. Más puedo decir, Perdón por haberme enamorado de quien está más alto que yo.
Y así sucedió que inmediatamente se dispuso una hoguera, y el Rey llamó a los invitados y les dijo:
- Este es mi reino y aquí mando yo. Y por respeto a Ustedes y a su poder, este joven insolente tendrá que morir.
Y se levantó una columna de ramas de madera seca y se llamó al verdugo oficial. Entonces el padre del joven, lloraba. Más su hijo lo calmaba y le dijo:
- Perdóname Padre, por no haberte escuchado, pero es que mi Amor nació en un día y creció tan rápido que tuvo alas y quiso volar hacia el sol . Hoy enfrentaré mi destino. Tú eres un padre ejemplar y me has enseñado la virtud de Amar y siempre me diste el mejor consejo y, por eso yo no podría ser diferente. No me recuerdes con pena sino como un joven con valor. Más sin embargo, te pido perdón por el dolor que te estoy causando. Te pido que no te quedes, te pido que te vayas y que tan solo me recuerdes como un trabajador más. Yo beso tus manos y tus pies. ¡Déjame Señor Padre, partir en paz! Y antes de morir quisiera reivindicar mi Amor, porque el Amor no será una montaña de oro, ni dos de rubíes, ni dos de diamantes. El Amor no será un reino grande, ni un palacio de ensueño. El Amor, el Amor no podrá comprarse ni venderse, el Amor se entrega sinceramente como yo, es genuino y no mide consecuencias. Y ahora veo que no sólo mis lágrimas quise entregar, sino que hasta mi vida voy a dar.
Entonces ya estaba lista la columna de madera seca que formaba como una especie de volcán. El verdugo tenía una antorcha y al mirar al joven, le dijo:
- Pobrecito, debiste haberte quedado callado. Pero yo seré amable contigo y avivaré el fuego rápidamente, y antes de que éste queme tu carne, me aseguraré que mueras asfixiado y así tu muerte no será tan cruel pues aunque eres tonto, tu relato me ha conmovido.
Y así pues, se dispuso y dos soldados fornidos llevaron al joven al centro mismo de esta columna, montaña, volcán, artificio de madera. Llegando al centro, se encontró a una joven, la cual estaba desnuda, y todos se sorprendieron pues ésta era muy hermosa. Inmediatamente se acercaron al Rey, y le dijo:
- Señor Rey, aquí se ha presentado un problema. Hay una mujer joven en el centro de esta hoguera.
A lo que el Rey contestó:
- No importa quien sea, quizás es una cortesana, quizás la mujer de él.¡ Echadle con ella !
Los soldados se alejaron y así se hizo , el Rey ordenó poner fuego y el verdugo sabía su trabajo y comenzó el humo a ejercer su función . Y en el centro de esta hoguera, se vio como dos jóvenes se abrazaban. Y el fuego continuo y continuo, y ardió hasta consumirse totalmente.
Después el Rey mandó llamar a su hija para enseñarle su justicia y como ha de morir el insolente. Y el Rey llamó a la Princesa. Y la Princesa no acudió. Y la siguió llamando, más la princesa no acudió. Entonces encontraron una nota, un pergamino, y el Rey lo leyó. Y decía:
“Amado Padre, Rey poderoso y generoso, a ti se te ha entregado la llave de la vida y la muerte. Yo he visto hoy, el día más feliz de mi vida por que he encontrado el Amor sincero y gracias a ti, lo encontré. Y cuando lo he conocido, me he jurado jamás separarme de él. Y para que este criterio, se haya culminado, he visto entre los tesoros el más grande tesoro, pues piedras preciosos, fortunas, reinos, todo esto siempre lo tuve, pero Señor Padre, rey poderoso, ¿cuándo tuve una lágrima de Amor? Todo el mundo me vio como un objeto, todo el mundo me quiso comprar; y Señor Padre, rey poderoso, ¿Quién de todos estos poderosos reyes, su vida me vino a entregar? Señor Padre, rey poderoso, perdone mi acción pero el Amor llegó a mi vida y creció rápido. Y alas le crecieron, entonces yo vi el sol y entonces yo fui hacía él. Y este día y esta tarde, es mi día y es mi tarde, y este sol es el sol de la eternidad. Y aquella hoguera que tú hiciste, aquella hoguera maldita, aquella hoguera bendita es ahora mi hogar para toda la eternidad. Y ya no habrá dinero que me compre porque hoy yo conocí a mi amado, con él, libre, partimos por siempre en la eternidad. "
Y viendo esto, el Rey comprendió, pero tarde comprendió, y se puso a llorar.
...
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
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